Su historia es la prueba de que ni los accidentes más devastadores pueden frenar el sueño de un deportista. Leonel Guzmán Miranda, actual seleccionado nacional de fútbol 7 paralímpico y jugador del Instituto de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda (INRPAC), transformó un duro episodio de su vida —que lo dejó con el 80% de su cuerpo reconstruido— en una fuente de inspiración y resiliencia. Nacido en Santiago y forjado en el barrio, su vida dio un giro tras un atropello que casi lo dejó paralizado, pero que no apagó su deseo de volver a jugar al fútbol.
Desde sus inicios como cadete en Unión Española y Universidad de Chile, hasta su renacer en el fútbol adaptado, Leonel es hoy una voz potente para visibilizar el deporte paralímpico. Su experiencia, entrega y mensaje motivacional lo han convertido en un líder dentro y fuera de la cancha.
En este nuevo capítulo de Deportistas sin Límites, gracias al auspicio del Instituto de Rehabilitación Neuro Sports, conoceremos el testimonio del barbero de la selección. El campeón nacional de la disciplina adaptada, ha demostrado que la fe en uno mismo y las ganas de levantarse van de la mano con una mentalidad fuerte, capaz de superar cualquier adversidad.
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¿Quién es Leonel hoy en día? ¿A qué se dedica?
Mi nombre es Leonel Guzmán Miranda. Soy actual seleccionado chileno de fútbol 7 paralímpico y jugador del equipo del Instituto de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda (INRPAC). Además, soy el barbero de la selección, ese es mi trabajo y lo llevo a estas instancias para mejorar cada día. Hoy en día vivo en Villarrica, en el sur de Chile, pero ahora estoy en Santiago por el concentrado de la selección.
¿Quién te inculcó la vida deportiva? ¿Fue algún familiar?
Fui el primero… no, perdón. Mi hermana mayor (Daniela Guzmán) es deportista y en su tiempo fue patinadora profesional, entonces de ahí vino un poco la racha, porque después nací yo. Me metí en el fútbol y acompañé una vez a un primo a verlo entrenar porque él era como el jugador de la familia. Me llevaron y el profesor me dijo –Oye, ¿Qué estás haciendo acá tú?– y le dije –Vengo a ver a mi primo-. Pero él me dijo que no podía estar allí y, aún así, me comentó que –¿Te gustaría entrenar con nosotros?– y mi vida cambió, porque fue lo mejor que me habían dicho.
“Fue una oportunidad maravillosa. Ahí tenía entre 11 y 12 años y en ese entonces andaba con ropa de traje de baño, camisa floreada, zapatillas de lona, imagínate”.
Yo le dije –No puedo entrenar así, estoy con un short de traje de baño y con una camisa floreada– y el profesor me dijo –Ponte un peto y vaya a demostrar-. Imagínate, yo estaba más feliz. Entrené, hice un excelente entrenamiento y el profe me citó nuevamente para la otra semana y ahí me dijo que me querían para las inferiores de la Unión Española. Lo que pasa es que en el barrio sacas todo tu potencial. Tú en el barrio tienes que ser perro, tienes que ser agresivo, tienes que ser fuerte mentalmente y todo. Ahí con mi primo fuimos los jugadores de la familia.
En ese proceso de cadete en la Unión Española ¿Tuviste un llamado a los microciclos de la selección chilena?
Me llamaron de la selección a la categoría Sub-17, pero en ese momento tenía 15 años. Imagínate, fue algo raro porque la selección ya estaba conformada. Todo se dio porque en un partido jugué en Quilín y estaban justo los ojeadores de la selección, y créeme que me mandé un partidazo como nunca. Después me llega la carta en uno de los entrenamientos en el Santa Laura.
“Sabía que en la selección tenía que cambiar mi estilo. Entrenaba fuerte, muy fuerte, a veces hacía doble jornada. Una vez dijeron que hay un viaje internacional e iban 18 jugadores y yo era como el último en la lista, porque era nuevo”.
Me llevaron al primer viaje que fue a Perú, a una competición. Después pasó el tiempo y fuimos a Brasil, luego a Argentina y así una seguidilla de países. Jugué una Copa América en Brasil en Sao Paulo, imagínate, pero sabes que la experiencia que pude vivir como jugador llegando al profesionalismo, fue que tuve la la oportunidad de llegar a Inglaterra, Rusia y al nivel europeo. La verdad que en algún momento a veces se notaba mucho la diferencia en algunos aspectos. Lo que más se notaba era lo físico, los cabros eran máquinas (las selecciones europeas). Competimos varios torneos y siendo realista no me recuerdo muy bien de cuáles son y de qué cosas ganamos, tengo muy borrado ese capítulo de mi vida.
“A los 15 años fui llamado al primer equipo. ¿Cachái? Al primer equipo (de la UE), o sea, eso era como -A este lo llamaron por la garra- y claro. Después me mandé unas embarradas no más por ahí”.
¿Fue muy grande la cagada para que te expulsen del club?
Estaba teniendo nombre en el equipo y en ese entonces era seleccionado chileno. Aparte era jugador de barrio, tú cachái como son los jugadores de barrio, y la cosa es que me echaron cagando. Sabes qué les dije -Chao, me voy-. Al otro día me comuniqué con Hugo Vilches, quien me metió en la selección y me dijo -Omar, ¿Cómo estás?- y le conté que me mandé una embarrada en la Unión Española donde me echaron cagando. Lo que pasó es que me puse a pelear y ellos no querían jugadores de esa índole. Yo siempre fui un jugador muy agresivo dentro de la cancha y fuera de ella era muy amigo, muy compañero, muy buen jugador.
“Lo que me apestaba a mí era que los más bacanes del equipo empezaron a hueviar a los más nuevos y a mí eso no me gustaba. Entonces fue producto de eso que yo me puse a pelear y claro, me fui A la Universidad de Chile y el profe de la selección me dijo -Por supuesto, vaya para allá-”.
¿Cómo fue tu llegada y experiencia en el “Romántico Viajero”?
En la Universidad de Chile creo que estuve un año o casi dos, algo así, no me acuerdo muy bien. Estuve cuando llegó Gerardo Peluso en el primer equipo. Yo era jugador de la juvenil y tuve la oportunidad de debutar en un partido amistoso, también fui citado a partidos de de la Copa Chile y más. En ese entonces se respetaban demasiado los tiempos, los años o los jugadores ¿Cachái?. Era como que yo no podía ir y pegarle una patada a un jugador con experiencia. Los huevones te querían matar. Ahora da lo mismo y se juega de igual a igual nomás.
“Después, Sampaoli me citó a una copa internacional. Créeme que la sensación del solo hecho de ir citado, de bajar por el túnel del Estadio Nacional y escuchar esa gente que está ahí… mi corazón se me salía”.
El ir por el túnel y sentir la la bulla, los bombos sonando, salir y ver el estadio repleto… De verdad que fue una maravilla. Fue una de las experiencias más lindas que he tenido en la vida. Eso sí, yo pasé después por Barnechea en la temporada del año 2003. Los tengo en mi corazón, porque ellos me impulsaron nuevamente a volver al profesionalismo cuando me pasó el accidente, al igual que Municipal La Pintana y Universidad de Chile.
Entiendo que tu accidente fue el 12 de abril del 2014, justo para el mega incendio de Valparaíso ¿Cómo ocurrió?
Esteban Guzmán, mi hermano que es un crack para el fútbol, me dijo que lo vio todo, para él fue un trauma. Yo me acuerdo que me bajé del auto de mi representante y me di la vuelta, ví que estaba todo nublado y pumba. Desperté al mes y 15 días, me contaron que me atropelló un auto y después pasó un camión Brinks que me cambió la vida por completo.
“El 80% de mi cuerpo fue construido. Caderas, costillas, rodilla, brazo izquierdo. Pensé que era un sueño y que quería levantarme, quería ir a jugar, pero estaba todo acá (señala la mente). Yo no hablaba, movía solo mi cuello, no movía nada. Estaba paralizado completamente, solamente abrí los ojos”.
Estaba mi familia, los más grandes. Mi mamá, mi papá, mi hermano, mi hermana, mi tío y muchas personas. Siempre los voy a llevar aquí en mi corazón, todo fue mental, todo está en la cabeza. Estaba muerto en vida. Lo único que mi cerebro me decía era que yo iba corriendo, que jugaba y que hacía cosas, pero mi cuerpo no se movía. Yo no quería rehabilitarme, quería entrenar y empezaron a pasar cosas maravillosas.
“A la kinesiologa le decía -Quiero quiero lograr hacer una flexión de brazo- y me dijo -Ya po, cuando puedas.- Mi cerebro empezó a mejorar, movía un poco los brazos, movía las manos y empecé a girar el cuello y el cuerpo como sea. Me levantaba a las tres, cuatro o cinco de la mañana para ejercitar.”
¿Qué cosas te decías en tu mente?
Municipal La Pintana fue el primer equipo que me dio la oportunidad de volver al profesionalismo. Después me alejé un poco, pero quise volver. Sin embargo, llegó un técnico nuevo que no me conocía y le dije -No quiero jugar. Quiero recuperarme al 100% y poder ser parte de-, pero me cerraron las puertas. Fue un balde de agua fría horrible, porque estuve muy mal mucho tiempo. No podía entrenar, no podía hacer muchas cosas y me fui a Barnechea donde me recibieron con los brazos abiertos.
“Me ayudaron para enseñarle a mi cerebro cómo patear el balón y poder levantarla, ya que antes no podía. Entrenaba, me quedaba de los últimos y me iba a dar una vuelta a la cancha”.
Bueno, en paralelo yo estaba en Teletón. Yo fui jugador de Teletón Santiago, comencé allí en el fútbol paralímpico. A su vez, también entrenaba fútbol en La Pintana y mi recuperación empezó a ser más rápida. Después, Barnechea me hizo hasta un reportaje en CDF que habla de que lo más probable es que vuelva a jugar. En lo que relaciona al fútbol paralímpico me notaba un poco diferente por la capacidad, pero pude entenderlo físicamente y psicológicamente sabía los tiempos.
“Darle un pase al espacio era complicadísimo porque dar un pase al espacio es complicar a tu compañero en algunas ocasiones. También tienes que saber qué discapacidad tiene tu compañero de equipo, tienes que tener todo claro porque sino estamos perdidos.”
¿No tuviste conflictos con tus compañeros en la disciplina adaptada debido a tu agresividad en el juego?
En mi mente siempre fui un profesional y eso llevó a que no tuviera tantos compañeros, porque yo exigía hasta en la selección paralímpica. Todo lo hago porque los otros países están trabajando de una manera que nosotros no nos comparamos y cuando jugamos contra ellos en algún momento nos pasaban por arriba. Eso a mi no me gusta. Me frustraba, pero para controlar todo eso me fui a vivir al sur, a Villarrica. Me fui a fortalecer, a ser un jugador duro y perseverante. Todo sirvió, porque hoy tengo ganas de romperla en la selección.
“Que esta vez mis compañeros me crean el discurso. Antes a lo mejor sentí que no me creían y por eso era como -Este huevón que se cree-. Te puedo demostrar el porqué vamos a ser los mejores. Si somos unidos, vamos a ser los mejores y no nos va a ganar nadie”.
En los Juegos Panamericanos Santiago 2023 jugaste a estadio lleno ¿Qué tal fue esa experiencia?
En los Juegos de Santiago 2023 a lo mejor no estaba al 100% de mis capacidades, pero cumplí el sueño que tanto quise de volver al fútbol profesional y que todos me vieran. El solo hecho de que me puedan ovacionar por el hecho de que estoy parado, para mi es sentir que todo valió la pena. No me quiero cansar de entrenar y el tiempo pasa y quiero jugar estos juegos que se supone que vienen ahora en Uruguay. Si me toca ir, feliz, voy a demostrar el porque estoy trabajando para eso y he demostrado con creces que estoy bien. Solo depende de las personas que deciden.
“La verdad es que estoy preparado para cualquier cosa. Si estoy adentro, genial. Si estoy afuera, voy a entrar a aportar, ya que ese es el fin, que la selección mejore”.
¿Qué rol sientes que cumples hoy en día para la visibilidad del fútbol paralímpico?
Siento que tengo un rol muy grande que es visibilizar más y decirle a las personas que tienen discapacidad, o que tienen algún daño y quiere ser jugador de fútbol, a invitarlos a que vengan a mostrar sus capacidades. Hay que decirles -Aquí estamos-. Quiero que el periodismo le dé un poco más de auge y que la prensa visibilice más porque se viene fútbol paralímpico y el paralímpico es una maravilla vivirla.
“Todos tenemos que ser conocidos en este ámbito. Si eres una persona con discapacidad, ¿Por qué no puedes ser futbolista? Nos minimizan y la verdad es que hay fútbol paralímpico para rato”.
No dejes de soñar y trabaja por ese sueño, porque tú lo puedes hacer mucho mejor que yo. Todo va aquí en la mente, la mentalidad y esforzarse, porque si tienes alguna discapacidad o una hemiparesia y te cuesta, trabajala. A lo mejor no un 100% pero a lo mejor aunque sea un 5 o un 10% la vas a mejorar, pero no dejes de soñar.